Corría el año 1972, el general Perón, desde Madrid, escribía su Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo. Una carta donde, sumamente adelantado a su tiempo, se posiciona frente a un desarrollo sobre-estimulado de la tecnología que se estaba llevando al planeta por delante.
Y es que, los científicos de ese momento recién empezaban a notar como todo este avance industrial estaba afectando gravemente el estado de nuestro planeta.
Ante estas preocupaciones originadas por el mundo científico, el general responde con la necesidad de la toma de acciones desde el mundo político.
Usar y tirar es la forma de consumo que predomina cada vez mas en nuestras sociedades. Y es que, incluso nuestros bienes que se suponen deberían ser duraderos vienen con una fecha de caducidad marcada por la obsolescencia programada.
Perón se hace eco de esta forma de vida de los tiempos modernos y, tras analizarla, da cuenta de dos problemáticas: Una ambiental y una moral.
La problemática ambiental es evidente, el calentamiento global es un fenómeno comprobado por la comunidad científica a nivel internacional. Además, es importante aclarar que, hasta la llegada de Milei, era un consenso de todo el espectro político en la republica argentina.
Para combatir esto desde la gestión publica Juan Domingo Perón crea en el país la primer secretaria de recursos naturales y ambiente de toda Latinoamérica, a cargo de Yolanda Ortiz
A partir de las advertencias científicas Perón analiza el panorama y desentraña del mismo un segundo problema, el problema moral.
Y es que, mientras la única forma de realizarse para un individuo dentro de una sociedad sea la acumulación de bienes materiales para satisfacer sus ansias de consumo, solo se conseguirá un circulo vicioso en el que el individuo no se realiza, la sociedad no avanza y el ambiente se destroza.
Resulta particularmente curioso entonces que en nuestros tiempos actuales los dirigentes del justicialismo enarbolen la “movilidad social ascendente” como principal objetivo del movimiento y no la construcción de una comunidad organizada.
Es decir, si el propósito principal del justicialismo es poder tener un mejor auto, comprar el ultimo modelo de celular o encerrarse en casa con el aire acondicionado mirando netflix y no la realización del individuo a través de una comunidad que se realiza, ¿Cuál seria la diferencia entre un capitalismo salvaje y nuestra tercera posición?
Los recursos naturales en nuestra región y la codicia mundial que estos producen no son una novedad, sino mas bien una noticia repetida a lo largo del tiempo, que va cambiando de forma pero no de fondo.
Es lógico, no podemos cometer el error de pasar por alto dentro de la ecuación del cambio climático la manera desmesurada en la que se vulnera la soberanía de los países latinoamericanos a través de la utilización de sus recursos naturales.
En otras palabras, si las grandes maquinarias que impulsan el desarrollo de los países mas desarrollados funcionan únicamente a través de la explotación de recursos naturales de países menos desarrollados, estos últimos estarán pagando dos costos. El costo ambiental mundial de esa desmesurada producción primero, pero también el costo de quedar relegados dentro del proceso productivo y de desarrollo.
Entonces, el primer golpe que recibieron los países no desarrollados y en vías de desarrollo fue el de las consecuencias globales. Puesto que, aun contribuyendo en una mucho menor medida al calentamiento global, pagamos las mismas consecuencias en términos climáticos que las potencias que se beneficiaron enormemente en términos económicos por estos procesos.
A medida que la tecnología fue avanzando, los procesos de producción fueron complejizándose y mejorando en la misma medida. La vieja maquinaria tecnológica de producción de los países desarrollados ha sido transferida a los países en vías de desarrollo.
Es en esta medida que a través de la forma en la que la globalización se gesto se armo un esquema de países dominantes y países dominados. La cuestión es simple: Para mantener el esquema de dominación únicamente era necesario mantener la delantera y contentar con los restos.
Entonces el panorama es, como mínimo, desalentador. Nos encontramos pagando los costos ambientales de países que han lucrado muchísimo a través de nuestros recursos naturales y su producción desmesurada. Para colmo, nuestros esquemas productivos están relegados a ser el pasado de aquellos que definen el futuro.
Dentro de esto entra el tercer golpe, ese que aun estamos a tiempo de evitar, el golpe de los estándares. Pues parece ser que, esta problemática de la que Perón advertía décadas atrás, empezó a “preocupar” a las potencias globales.
Dentro de esta sospechosa preocupación alerta la imposición de normativas y estándares restrictivas frente a los esquemas productivos.
En otras palabras, no podemos permitir que a través de convenciones se anulen nuestras capacidades productivas y solo se permitan aquellas a las que solo los países desarrollados que cuentan con las ultimas tecnologías pueden acceder.
La republica Argentina tiene una gran ventaja frente a este panorama: El justicialismo.
Una doctrina que tiene como banderas la soberanía política, la independencia económica y la justicia social es una doctrina moral, política y filosófica que no permite el detrimento del planeta en pos del consumo maximizado.
Es por esto que, quienes creemos en esta doctrina no podemos permitirnos hacer caso omiso a esta problemática por temor a ¿”ser progres”?
Como Peronistas, Argentinos y latinoamericanos que pagamos los mismos costos ambientales que las grandes potencias que provocan los mayores daños, no podemos postergar estas cuestiones.
Defender el medio ambiente es un acto de soberanía.
Defender el medio ambiente es un acto moral.
Defender el medio ambiente es un acto justicialista.